En
la búsqueda de nuevos métodos de detección del cáncer menos invasivos y
traumáticos es donde entran en juego los perros. Estudios anteriores ya habían
demostrado que los canes entrenados pueden detectar cánceres de vejiga, pulmón
o mama solo oliendo la orina de los pacientes portadores.
Un
equipo del Hospital Universitario y Politécnico La Fe en Valencia comprueba
ahora en laboratorio si estos serían capaces de señalar la presencia de
compuestos orgánicos volátiles en la orina de los pacientes con cáncer de
próstata. El proyecto, coordinado por José Luis Ruiz Cerdá en el Instituto de
Investigación Sanitaria La Fe y que busca financiación por crowfunding a través
de Precipita, pretende incluir esta nueva herramienta biológica en la detección
del cáncer.
“Pensamos
que si existen compuestos orgánicos volátiles específicos tumorales, estos
deben estar presentes en la orina y revelar la presencia del tumor”, dicen los
científicos valencianos, para quienes el proyecto abre nuevas vías para
investigar posibles tratamientos. El fin último es conseguir un biomarcador más
específico y menos invasivo que los que existen en la actualidad para evitar
las biopsias.
Los
perros como la Border collie Yuka son una parte esencial en esta investigación.
“Son un miembro más del equipo investigador”, confiesa, investigadora en el
mismo centro. Sus fosas nasales son capaces de acumular entre 200 y 300
millones de células olfativas, un aparato entre 40 y 60 veces más sensible que
el humano.
Son
capaces de identificar de manera mucho más precisa –con un umbral de detección
100 millones de veces superior al humano– las moléculas responsables de los
olores que vienen del aire inhalado y de detectar los compuestos orgánicos
volátiles presentes en la orina y característicos del cáncer de próstata.
Pero
para ello, los perros –que son donados desde particulares al adiestrador que
los acoge en su casa, situada en las afueras del casco urbano– realizan un
exhaustivo y protocolizado entrenamiento con muestras con cáncer y sin
compuestos procedentes del metabolismo de las células cancerígenas (muestra
control). En su rutina diaria, como en la habitual, el adiestrador no olvida
pasear, correr y jugar con ellos.
“Cada
día los perros acuden al centro donde se realiza el entrenamiento para que se
les presenten las muestras de orina que se ha decidido para ese día”, indica la
investigadora. Al realizar la acción de señalizar los perros reciben siempre un
estímulo positivo que puede variar entre jugar con la pelota o darles una
porción pequeña de comida. “Siempre se acompaña de un reconocimiento verbal por
parte del adiestrador”, dice a Sinc Salvador López, entrenador de los animales.
En
la primera parte del entrenamiento –que se realiza dos veces por día
generalmente, mañana y tarde y su duración es corta, de unos 15 minutos–, los
canes comienzan a aprender a identificar muestras de cáncer de próstata de alta
carga tumoral para fijar la huella olorosa.
En
la siguiente fase, la carga tumoral es inferior por una razón sencilla: “El
objetivo es intentar que se detecte el cáncer también en fases tempranas donde
el tamaño del tumor es reducido y resulta más difícil que se pueda detectar
mediante biopsia”, recalca Ruiz Cerdá. En ambas fases se introducen muestras de
orina control de pacientes sin cáncer.
En
la última etapa del entrenamiento –el test a doble ciego o examen–, los perros
marcan entre seis muestras presentadas la correspondiente al paciente con cáncer
de próstata. “Esta fase será la decisiva donde se examine a los perros y se
valide su capacidad para señalizar el cáncer de próstata”, constata Sebastià.
Estos resultados tienen una sensibilidad de más del 95%.
Una
vez que los perros diferencian estas muestras, “los científicos deberíamos ser
capaces de identificar estas moléculas a través de técnicas analíticas
sofisticadas como la resonancia magnética nuclear”, informa Alba Loras, que
también participa en el proyecto. La detección se refuerza así con un análisis
metabolómico para caracterizar los compuestos cancerígenos.
De
este modo, con esta combinación de herramientas y la financiación adecuada, los
científicos podrán detectar mediante métodos más precisos y no invasivos
(muestras de orina en lugar de análisis de sangre o biopsias) la presencia de
cáncer.
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