SOS BILBAO

miércoles, 18 de enero de 2017

Once perros y un gato recibieron ayer en Urkiola la bendición de San Antón


El cerdito que descansa a los pies de San Antón en el santuario de Urkiola ha vuelto a desaparecer. Ya pasó hace una década y al cabo de unos meses la pequeña escultura de madera, de unos veinte centímetros, amaneció en la puerta del templo. Sin embargo, esta vez, la extraña desaparición ha causado más revuelo. Y es que el animal, que custodia al fundador del templo junto a un cuervo, que porta en su pico un pan, ha ‘volado’ días antes de que se festejara San Antón. La simpática figurita no pudo disfrutar ayer de su día, sentir el templo lleno de fieles procedentes de todos los rincones de Euskadi que tratan de mantener una tradición que se remonta a los ritos precristianos cuando subían a Urkiola para rendir tributo a la diosa Mari, protectora de la Naturaleza. «San Antón suplió a Mari y se convirtió en el patrón de los campesinos y animales, construyéndose en el siglo IX la primera ermita en su honor», explicó Joseba Legarza, uno de los tres religiosos que viven de retiro en este alto enclave vizcaíno.
A sus 84 años, los mismos que Antón Madinabeitia, fue el encargado ayer de bendecir a la docena de animales que se acercó hasta el sagrado emplazamiento. Y salvo un gato, el resto eran perros. Uno de los primeros en asomar el hocico fue ‘Llesba’, un pointer inglés de cuatro años y medio. A las nueve de la mañana llegaba junto a dueño, el bilbaíno Armando Gravales para dar un paseo hasta Saibitxiki con su perro y acercarse al santuario. Jesús Mari Azkurra, vecino e Arrasate, también planteó a su hijo su intención de acercar a ‘Sugar’, un pitbull de apenas un año. «Estoy jubilado y no tengo mucho que hacer por eso suelo andar por las mañanas con el perro de mi hijo», detallaba antes de la bendición.

Algo parecido pensaron Mari Carmen y Pedro, llegados de Algorta con ‘Ipar’, unborder bollie que se divertía correteando por las inmediaciones del santuario. «Teníamos curiosidad por conocer como era esta fiesta y nos hemos traído a la mascota de nuestra hija», señalaba ella. Todos ellos reconocían que al caer en día de labor pocas caras jóvenes se podían ver entre los asistentes al acto, y muchos abuelos se tuvieron que hacerse cargo de las mascotas de sus hijos.
Fiesta de repetición
Tras un continuo goteo en la llegada de los animales, y mientras se celebraba la eucaristía en el interior del templo, comenzaba el revuelo en el exterior. ‘Sei’, un labrador chocolate de dos años y medio, se mantenía al margen junto a su dueña María Jesús García de Leioa. En los brazos del durangués Igor Eguren, contemplaba el alboroto ‘Koko’, un yorsay de apenas cinco meses. «Bendecir a los animales es una tradición y Urkiola para la gente del Duranguesado es algo especial, hace años le llamábamos la playa de Durango», comentaba Eguren
Junto a él, el durangués Abel Otamendi y’ Tobi’, un jack russell, o el abadiñarra Jabier Agirre y 'Koxky', una educada pastor alemán que mantenía su elegante postura a la espera de que Legarza saliera con el agua bendita. Más revoltosos ‘Tor’ y ‘Argi’, dos collies llegados de Abadiño andando junto a Lucas Alberdi y Alazne Elordi. Una caminata de hora y cuarto que antes era habitual entre los que se animaban a subir a Urkiola.

En el interior del tempo Joseba Legarza llamó a compartir para acabar con la pobreza. Los feligreses hicieron cola para recibir uno de los 450 panecillos bendecidos para, según manda la tradición, compartir entre la familia y los animales. El rito se remonta a la antigüedad, cuando los campesinos se encomendaban a San Antón Abad como protector de los animales ante las enfermedades y los ataques de depredadores. El santuario acogerá la repetición de la fiesta el domingo con misas a las 12.00, 13.00 y 18.00 horas. Ese día se sorteará la tradicional rifa y habrá txistularis.

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