El cerdito que descansa
a los pies de San Antón en el santuario de Urkiola ha vuelto a desaparecer. Ya
pasó hace una década y al cabo de unos meses la pequeña escultura de madera, de
unos veinte centímetros, amaneció en la puerta del templo. Sin embargo, esta
vez, la extraña desaparición ha causado más revuelo. Y es que el animal, que
custodia al fundador del templo junto a un cuervo, que porta en su pico un pan,
ha ‘volado’ días antes de que se festejara San Antón. La simpática figurita no
pudo disfrutar ayer de su día, sentir el templo lleno de fieles procedentes de
todos los rincones de Euskadi que tratan de mantener una tradición que se
remonta a los ritos precristianos cuando subían a Urkiola para rendir tributo a
la diosa Mari, protectora de la Naturaleza. «San Antón suplió a Mari y se
convirtió en el patrón de los campesinos y animales, construyéndose en el siglo
IX la primera ermita en su honor», explicó Joseba Legarza, uno de los tres
religiosos que viven de retiro en este alto enclave vizcaíno.
A sus 84 años, los mismos que Antón Madinabeitia, fue el encargado ayer de
bendecir a la docena de animales que se acercó hasta el sagrado emplazamiento.
Y salvo un gato, el resto eran perros. Uno de los primeros en asomar el hocico
fue ‘Llesba’, un pointer inglés de cuatro años y medio. A las nueve de la
mañana llegaba junto a dueño, el bilbaíno Armando Gravales para dar un paseo
hasta Saibitxiki con su perro y acercarse al santuario. Jesús Mari Azkurra,
vecino e Arrasate, también planteó a su hijo su intención de acercar a ‘Sugar’,
un pitbull de apenas un año. «Estoy jubilado y no tengo mucho que hacer por eso
suelo andar por las mañanas con el perro de mi hijo», detallaba antes de la
bendición.
Algo parecido pensaron Mari Carmen y Pedro, llegados de Algorta con ‘Ipar’,
unborder bollie que se divertía correteando por las inmediaciones del
santuario. «Teníamos curiosidad por conocer como era esta fiesta y nos hemos
traído a la mascota de nuestra hija», señalaba ella. Todos ellos reconocían que
al caer en día de labor pocas caras jóvenes se podían ver entre los asistentes
al acto, y muchos abuelos se tuvieron que hacerse cargo de las mascotas de sus
hijos.
Fiesta de repetición
Tras un continuo goteo en la llegada de los animales, y mientras se
celebraba la eucaristía en el interior del templo, comenzaba el revuelo en el
exterior. ‘Sei’, un labrador chocolate de dos años y medio, se mantenía al
margen junto a su dueña María Jesús García de Leioa. En los brazos del
durangués Igor Eguren, contemplaba el alboroto ‘Koko’, un yorsay de apenas
cinco meses. «Bendecir a los animales es una tradición y Urkiola para la gente
del Duranguesado es algo especial, hace años le llamábamos la playa de
Durango», comentaba Eguren
Junto a él, el durangués Abel Otamendi y’ Tobi’, un jack russell, o el
abadiñarra Jabier Agirre y 'Koxky', una educada pastor alemán que mantenía su
elegante postura a la espera de que Legarza saliera con el agua bendita. Más
revoltosos ‘Tor’ y ‘Argi’, dos collies llegados de Abadiño andando junto a
Lucas Alberdi y Alazne Elordi. Una caminata de hora y cuarto que antes era
habitual entre los que se animaban a subir a Urkiola.
En el interior del tempo Joseba Legarza llamó a compartir para acabar con
la pobreza. Los feligreses hicieron cola para recibir uno de los 450 panecillos
bendecidos para, según manda la tradición, compartir entre la familia y los
animales. El rito se remonta a la antigüedad, cuando los campesinos se encomendaban
a San Antón Abad como protector de los animales ante las enfermedades y los
ataques de depredadores. El santuario acogerá la repetición de la fiesta el
domingo con misas a las 12.00, 13.00 y 18.00 horas. Ese día se sorteará la
tradicional rifa y habrá txistularis.
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